Luego de la teórica de Diego (la primera que en mi opinión estuvo buena después de muchas) y de ver la pedacito de película del travelling del hombre caminando sobre el puente, parandose frente al loco, contemplándolo y alejandose; me acordé de una cosa que había escrito hace mucho. Me pareció acorde al trabajo que hay que hacer ahora. Fue el año pasado. Material sin editar.
DOS REALIDADES
Caminando por Santa Fé y llegando a la esquina de la estación Palermo, justo antes de cruzar J.B. Justo, me encuentro con una situación trágicamente típica de la ciudad, a la que todos estamos de alguna manera "acostumbrados".
Semáforo rojo. Filas de autos en su mayoría lujosos, muchos con vidrios polarizados, muchos con alta prioridad en llegar a destino.
En lugar de cruzar dicha avenida, procedo a quedarme parado en medio de la masa de gente que entra y sale al galope de la mencionada estación. Para observar el espectáculo.
Apenas el semáforo se puso rojo, un niño de ropas rotosas y manos mugrientas se para en el medio en la senda peatonal con tres pelotas pequeñas de colores en las manos, y procede a realizar una serie de malabarismos con las mismas.
La razón por la cual me quedé clavado en la esquina fue para fijarme como afectaba esa imagen a los conductores que se veían "obligados" a mirar.
En el auto que se encontraba mas cerca mío, se veía que su conductor y las personas en su interior, apenas el muchacho comenzó a hacer malabarismos, nerviosamente subieron las ventanillas y bajaron la traba de seguridad de las puertas. Acostumbrado a fijarme en la modulación de la gente, noté que en ningún momento nadie dijo una palabra. Parecía existir un acuerdo tácito entre sus ocupantes, que aguardaban exasperadamente a que el semáforo les diera luz verde para alejarse a toda velocidad de dicho cruce, bajar las ventanillas y olvidarse de dicha situación como si hubiera sido un mal sueño.
Yo en ese momento pensaba que nadie tiene inconveniente, por ejemplo, en mirar esos programas de televisión donde reportean a chicos famélicos aspirando poxi-ran a las cuatro de la madrugada. Pero en ese momento, la escena de un niño haciendo malabarismos con tres pelotas de colores parecía, al menos por un instante, incomodar a todos los pasajeros, ponerlos en frente de algo que siempre preferían evitar. Y cómo no, esa era una imagen real, en vivo y en directo, de lo bajo que caía la dignidad humana. Y no había forma de escapar.
El muchacho concluyó su pequeño espectáculo y se asomó a varias ventanillas para pedir una moneda. En este caso noté que cuando se acercaba, muchos no solo no bajaban la ventanilla sino que ni siquiera lo miraban, movían la cabeza con la mirada fija en el parabrisas. El niño parecía representar un ser extraño, ajeno a la "realidad".
Cómo les afectaba esa imagen de la "otra" realidad entonces? Se indignaban? Sentían desprecio? Sentían lástima? Sentían miedo?
Luz verde.
lunes, 2 de junio de 2008
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2 comentarios:
Còmo es la situaciòn, cùal es el punto de vista que tomas para contarlo???
El del niño?
El del sr del auto?
El tuyo, alejado del cuadro?
Es desde un teleobjetivo, como el ejemplo que mostrò Diego de los tanques, para ver todo el cuadro???
hola!
el otro dia pense lo mismo..vahh vi lo mismo..pero en la parada del bondi en cuidad, (en la cabinitas)
pero un poco peor porque la situacion se da cara cara.
y lo peor aun es que me di cuenta que aveces tambien lo hago,aveces sin darme cuenta!
...
un beso!
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